La pandemia de COVID-19 desencadenó una aceleración de la era digital, creando una iniciativa sin precedentes para ofrecer disponibilidad universal de banda ancha, considerada ahora un servicio esencial, como la electricidad y el agua.
Gobiernos de todo el mundo han presupuestado más de 120.000 millones de dólares (más de 77.000 millones en EE.UU.) en la próxima década para ayudar a reducir la brecha digital y conectar a sus ciudadanos a una banda ancha sólida, suministrada principalmente por fibra.
Como parte de estas iniciativas, muchos gobiernos también dedican partes de estos fondos, o han creado iniciativas totalmente separadas, para financiar la ciberseguridad y garantizar que estas redes esenciales sean seguras y estén protegidas.